2022_CUERDAS de Bárbara Colio



CRITICA DE PEDRO OJEDA (Presidente de la Asociación Amigos del Teatro de Valladolid)
Tres hermanos de personalidad y fortuna diversa se reencuentran para asistir a la última función de su padre, un funambulista de éxito internacional al que no ven desde que veinte años antes los abandonó con su madre. Este es el punto de partida de la obra Cuerdas de Bárbara Colio representada ayer por Tiramisú Teatro bajo la dirección de Manu Requejo en la Sala Borja de Valladolid. La obra fue estrenada en junio en el Teatro Zorrilla de Valladolid.
La mexicana Bárbara Colio es una de las dramaturgas más interesantes del teatro en español actual y cuenta con premios tan prestigiosos como el María Teresa León (2004) y el Juan Ruiz de Alarcón (2017). Su dramaturgia suele adentrarse en los procesos de búsqueda e incertidumbre de los seres humanos. Cuerdas responde bien a este concepto: los tres hermanos, Peter, Paul y Prince, viven con la ausencia del padre, que han convertido en una referencia mítica a la que detestan y adoran. El padre figura como el gran personaje ausente en la pieza, el que vertebra todo y lo ha causado todo, pero también el que provoca este viaje que los une cuando invita a sus hijos a su última función. Con el reencuentro surgen el amor, los celos, las desavenencias, las confidencias, los recuerdos, pero también el hilo conductor que une sus vidas por muy diferentes que parezcan. La cuerda que usa su padre como funambulista es una metáfora de los equilibrios de la existencia, siempre insegura en las emociones y recuerdos e incierta hacia el presente y el futuro, incluso para aquellos que parecen haber triunfado según las convenciones sociales.
Cuerdas se estructura en secuencias que van narrando el viaje y todas las incidencias provocadas tanto por la propia circunstancia del viaje en avión en los días de Navidad, como por las emociones de los hermanos y sus problemas para comunicarlas. En la propuesta de Tiramisú esta sensación se intensifica oportunamente por la cuenta atrás del reloj digital proyectado en el fondo del escenario. La aparente sencillez de los elementos escénicos (unas maletas que sirven también de sillones, la proyección que representa esquemáticamente los lugares por los que pasan los personajes en su viaje) contribuye eficazmente para que nada distraiga de lo que ocurre, pero contextualizando la acción. Al estructurar la obra en secuencias con fundidos en negro, se consigue intensificar los excelentes diálogos, otorgando unas pausas de segundos para el espectador digiera lo visto y escuchado.
Todo funciona en este montaje de Cuerdas. Al poderoso texto de la obra se suma, como hemos dicho, una puesta en escena sobria y eficaz; una dirección que consigue resaltar cada uno de los matices por los que trascurren los personajes y su conflicto; y una brillante actuación de los tres actores, ya veteranos de la escena vallisoletana. Vidal Rodríguez está magnífico en el personaje del triunfador Peter resaltando su progresiva humanización; Jesús Cirbián consigue una asombrosa naturalidad como el fracasado Paul, cuya conducta siempre es la sinceridad en sus emociones; Manu Requejo como Prince, el más joven y directo de todos. La perfecta compenetración de estos tres actores y su profunda comprensión del texto, no deja caer a los personajes en la caricatura de tipos y escala todas las muchas modulaciones que tienen, consiguiendo una poderosa sensación de verdad.
Si tienen oportunidad, no se pierdan este montaje.